Empezamos nuestra estancia en Roses visitando uno de los monumentos imprescindibles para conocer la historia del municipio: la Ciutadella de Roses. Declarada conjunto histórico-artístico en el año 1961, la ciudadela es un museo arqueológico al aire libre que concentra restos de diferentes épocas (la colonia griega de Rhode, una villa romana o edificios visigóticos y medievales) y donde destaca el monasterio románico de Santa María.
Recomendamos la opción de hacer una visita guiada, hecho que nos ayudará a comprender aún mejor el pasado de la población.
Salimos de la ciudadela y nos dirigimos hacia el paseo marítimo, donde la bahía, miembro del Club de las Bahías Más Bellas del Mundo, se abre a nuestros pies.
En el mismo paseo, podemos contratar una excursión marítima y/o una excursión terrestre para visitar el Parque Natural del Cap de Creus. Una opción no excluye la otra, ya que las sensaciones, la experiencia y la perspectiva desde el mar o la tierra difieren mucho. Desde aquí, recomendamos hacer las dos propuestas.
Después de comer en alguno de los restaurantes de Roses, visitamos Cadaqués, uno de los lugares más pintorescos de la Costa Brava: un pequeño pueblo de tradición pesquera, con casas blancas y calles estrechas y una belleza que cautivó escritores y pintores. Entre ellos, Salvador Dalí, de quien recomendamos visitar su Casa-Museo (con reserva previa).
El Cap de Creus – el punto más oriental de la Península Ibérica – y el paraje de Tudela – un espacio con caprichosas formas geológicas que conforman un paisaje único que sirvió de inspiración a Salvador Dalí – son de visita obligatoria.
Ya en Roses, y antes de cenar en alguno de los restaurantes del municipio, podemos disfrutar de la puesta de sol desde uno de los lugares que os recomendamos.